Convención Constitucional, ¿ha cambiado algo?
Constanza Hube, profesora de derecho constitucional UC, convencional constituyente
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Constanza Hube
Muchos me han preguntado por estos días si los convencionales constituyentes han moderado sus posiciones luego de los resultados de las elec-ciones presidenciales y parlamentarias del pasado 21 de noviembre. Más que contestar que no, a quienes me preguntan esto les cuento algunos hechos que han ocurrido durante las últimas semanas.
El primero fue el rechazo por parte de la Convención Constitucional a la declaración de condena de todo tipo de violencia como forma de expresión política. Increíble, pero cierto. En síntesis, ¿qué decía esta declaración? “Vivir en un Estado de Derecho, esencialmente democrático, nos obliga a expresar nuestras opiniones y creencias de forma pacífica, con pleno respeto de los derechos de quienes integran nuestra comunidad, de manera tal que debe excluirse toda acción violenta, esencialmente ilegítima, como mecanismo válido de expresión de dichas ideas. En razón de lo anterior, esta Convención Constitucional condena todo tipo de violencia como forma de expresión política”.
Algunos se preguntarán, ¿por qué se rechaza algo tan evidente? Simple, lo transparentó la convencional María Rivera al afirmar “yo no condeno toda forma de violencia” y “no me pidan que condene la violencia de la primera línea”, en su discurso ese día. Un discurso aislado, dirán algunos, pero 57 votos de rechazo y 43 abstenciones demuestran lo contrario.
El segundo hecho fue el rechazo de la propuesta de nombres para integrar la Secretaría Técnica de Participación y Consulta Indígena. Tres nombres propuestos por nuestra coalición, rechazados simplemente porque repre-sentarían a la “derecha”. El más significativo, y sin duda doloroso, fue el rechazo de Richard Caifal como parte de esta Secretaría. Nuevamente, ¿por qué se rechaza? Simple, porque tal como lo explico la convencional constituyente Natividad Llanquileo, “la derecha no puede tener el mismo derecho que los pueblos indígenas”. Es decir, tal como lo señaló Orwell en Rebelión en la Granja, “todos somos iguales, pero algunos somos más iguales que otros”.
La reciente funa al político opositor venezolano Leopoldo López fue otra expresión de la intolerancia que día a día se vive en la Convención Constitucional, porque simplemente esta no es la casa de todos y todas, como se prometió en su momento. Es la casa de algunos, y en ese sentido pareciera razonable que seamos conscientes de que no ha cambiado nada post elecciones y luego de cinco meses de funcionamiento.
El 19 de diciembre nos jugamos el futuro de nuestro país, y los chilenos tendremos que decidir si nos inclinamos por un proyecto de paz, de libertad y de responsabilidad, o por uno que legitima la violencia como un medio de acción política, totalitario e irresponsable. El restablecimiento y mantención de la paz y la tranquilidad no debiera tener colores políticos, ni se puede prestar para un miope “gallito” partidario. Se requiere transversalidad respecto a que, para poder convivir, el mínimo exigido es la seguridad y la paz. Sin ese mínimo, simplemente no es posible tener democracia.